Karl Popper decía que, si había algo que detestaba, eran las modas filosóficas.
Probablemente, lo decía porque las modas filosóficas suelen carecer de fundamento epistemológico o ser una interpretación personal mezclada con delirios ideológicos.
Las modas filosóficas suelen ser abrazadas por las masas acomplejadas, que ven en sus postulados, la posibilidad de superar sus miserias, pero sin superarlas.
Ven en sus argumentos una forma de ser mejores, pero sin mejorar absolutamente nada.
Cuando alguien comience a decirte que hay que transformar al ser humano, que hay que convertirlo en otra cosa, que hay que llevarlo más allá de lo humano… échate a temblar.
Se acerca un Terminator de la transformación, un ungido ontológico o un Rambo del relativismo ideológico.
Seguro viene con Nietzsche bajo el brazo y su capa de Superhombre para proponerte dar el salto de animal fracasado al abismo infinito.
Si eres de los que no te deslumbras con estos delirios antroposóficos…
Si eres de los que no babean, cuando te prometen que tú sí estarás por encima de toda la raza humana. Y qué gracias al lenguaje generativo y tus estados de ánimo, ascenderás como la espuma hacia una nueva cúspide evolutiva.
Si tú no eres de esos, no te sientas triste, ni idiota.
Tal vez, sigues siendo un animal, pero racional.
Tal vez, sigues siendo un simple humano, pero cuerdo.
Y si ser humano para ti es suficiente. Tal vez, puedas mejorar, cambiar y desarrollarte, pero sin exagerar. Sin digievolucionar a Cyborg espiritual. Ni ascender a Ángel con alas automáticas.
Si tú eres de esos, que ya no están de moda, esos que se guían por el criterio de naturaleza humana.
No te avergüences.
Detrás de ti hay 2500 años de desarrollo filosófico-científico que las modas aún no han logrado superar.
El concepto de una naturaleza humana común es el que nos permite crear comunidades. El que nos permite comunicarnos y desarrollarnos según los límites y restricciones, propios de nuestra naturaleza.
Los límites son espacios dónde puede florecer la vida.
Sin límites y restricciones nada podría desarrollarse.
El concepto de naturaleza humana opera, de forma intuitiva, en todas las áreas de nuestra vida.
Por ejemplo, el concepto de naturaleza humana, está en la base de la medicina.
Reconocemos que algo no funciona bien (enfermedad) porque tenemos una comprensión implícita, de cómo tenemos que funcionar por naturaleza, entonces aplicamos la medicina para arreglarlo.
Si un médico tiene un paciente con 40º de fiebre, el médico lo que quiere es que el paciente mejore.
Y que mejore, en este caso, quiere decir que su temperatura esté entre 36° y 37°, porque es la temperatura a la que, normalmente, funciona un cuerpo humano…
No quiere mejorar la temperatura de los humanos.
La finalidad de la medicina no es que los humanos tengamos una temperatura mejor que 36,5°, porque… ¿Qué sería una temperatura mejor… 40º, 50º o 13º?
Solo podemos responder esta pregunta si tenemos un criterio de naturaleza humana.
Entonces, la finalidad de la medicina es volver al paciente a esa temperatura a la cual funciona un cuerpo humano, común y corriente.
La finalidad de la medicina no es mejorar la naturaleza humana, sino conservarla para que se pueda seguir desarrollando.
Por eso, no necesitas sumergirte en el innecesario viaje, sin sentido, hacia la destrucción de tu identidad y tu esencia.
No necesitas ir más allá de la naturaleza humana o negarla.
Ni destruirla, como propone el padre del coaching ontológico Rafael Echeverría en su último libro “El Giro de la Mirada | Superando nuestra obsolescencia ontológica.”
En este libro, él te anima a —cito literalmente— “Socavar, demoler, erradicar, romper y destruir la ontología metafísica (que para él está obsoleta), y sustituirla o reemplazarla por la ontología emergente”.
Es decir, destruir el concepto de una naturaleza humana objetiva y sustituirla por una interpretación subjetiva que llama la ontología emergente.
¡Emerge de su boquita! (Imagino que por aquello del lenguaje generativo).
Espero que nunca te sometas a un proceso de acompañamiento, cuya finalidad explícita sea enajenarte de la realidad.
Porque si después de someterte a esa ingeniería social sigues vivo, tendrás una buena dosis de confusión mezclada con una crisis de identidad crónica.
¡Sé humano y no pidas disculpas por ello!
Te dejo aquí abajo, los dos vídeos del Dr. Leonardo Ravier, donde desarrolla, de forma minuciosa y detallada, una crítica académica a las ideas que propone este libro de Rafael Echeverría.
Y además, te dejo el enlace a nuestra comunidad por si quieres mantenerte informado sobre como diseñar procesos de ayuda y acompañamiento con fundamento científico y garantías profesionales.
¡Sin tener que girarle la cabeza a nadie! 👇🏻