Mundial

Mundial y autogestión. “Átate los cordones” Capítulo 2

Comentaba en el capítulo anterior que en la élite del fútbol mundial todos los equipos cuentan con los mejores medios (materiales, tecnológicos, etc.…) a su disposición, y que, por tanto, lo que realmente marcaba la diferencia era el talento. Ese por el que pagan miles de millones cada verano.

El Talento

Pero ¿qué es el talento del que habla el mundo del fútbol y dónde nace?, ¿el talento se compra o se potencia? Para empezar a responder la primera pregunta me voy a la RAE. El talento, en sus dos primeras acepciones:

1. m. inteligencia (‖ capacidad de entender).

2. m. aptitud (‖ capacidad para el desempeño de algo).

Cuando un club ficha a un jugador, quiere que este sea capaz de “adaptarse al equipo” (entender el nuevo sistema) y sea hábil técnicamente (capacidad para el desempeño). Por lo tanto, se ajusta bastante a la definición primera.

A este conjunto de requerimientos (conocimiento y habilidad) junto con la actitud sería lo que en docencia se denomina competencia, y en el mundo de las organizaciones competencias profesionales, aquellas necesarias para realizar actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia.

Aptitud

Por otro lado, el Dr. Leonardo Ravier (Self Management) nos recuerda que el objetivo de las organizaciones es resolver, de la mejor manera posible, los problemas (necesidades) humanos a los que este se enfrenta en el día a día. Y, por tanto, todo lo que hace cada uno de los miembros de una organización es resolver problemas de todo tipo, y constantemente.

Y sigue exponiendo que “desde que el ser humano es humano, la fuente primera y última de productividad se ha fundado, siempre y sin excepción, en la creatividad de su mente” (L. Ravier, 2019).

Entonces, si una organización resuelve problemas, será la potencia creativa de sus miembros lo que les hace ser más competentes a la hora de solucionarlos. Por tanto, la fuente de la competitividad (tanto en las organizaciones como en los equipos de fútbol) será la potenciación y desarrollo de dicha creatividad. Pero antes de potenciarla, debemos conocerla. 

Y para conocer la naturaleza creativa del conocimiento es necesario comprender una distinción fundamental sobre el conocimiento ofrecida por Michael Polanyi (1891-1976). La distinción entre el «conocimiento técnico» y el «conocimiento tácito».

El conocimiento técnico es el que la mayoría de las personas entienden por conocimiento. Es decir, el conocimiento que se puede verbalizar o escribir, guardar (libro, disco duro, blog, web, etc.), y, por tanto, pasarlo de una persona a otra.

Han sido muchos los beneficios que han aportado los libros, revistas o internet, repletos de conocimiento técnico, pero esto ha hecho que hayamos descuidado el componente fundamental del conocimiento, el conocimiento tácito (aquel que, al contrario del técnico, no puede ser verbalizado o escrito, guardado ni, por tanto, transferido de una persona a otra).

Conocimiento Tácito

Os explicaré un ejemplo para entender mejor el componente tácito del conocimiento. Mi hijo de 8 años juega a fútbol sala desde que tenía 5 años. Durante las tres primeras temporadas los árbitros debían parar los partidos cada vez que uno de los jugadores llevaba las zapatillas desatadas. Entonces, el mismo árbitro o en su defecto el entrenador debía atarles las zapatillas a los niños. Era un espectáculo verlos correr hacia el árbitro para decirle que le atase los cordones.

Un día decidí (YO) que era hora de que aprendiese (él) a atarse los cordones. Así que con base en MI necesidad empecé a ofrecerle (YO) todo tipo de instrucciones de cómo debía atarse (él) las zapatillas. Pasaban los días y cuantas más indicaciones y cuanto más empeño ponía de MI parte peor era (su) habilidad, y mayor era (su) frustración.

Hasta que llegó el día que el entrenador dijo que el que no supiese atarse los cordones no jugaría el siguiente partido. A los niños los puedes amenazar con muchas cosas, pero cuando les amenazas con no jugar lo tienes todo perdido (o ganado). Biel (mi hijo) aprendió esa misma tarde, ÉL solo, a atarse los cordones. Todavía recuerdo, “Papá, déjame a MI solo, que YO sé”. Probaba, fallaba, volvía a probar, fallaba y ajustaba, y así varias veces. No se frustraba, seguía, hasta que pasadas “n” veces ató sus primeros cordones. A partir de ese momento no hubo más errores, lo único que hubo es más agilidad en la técnica. El siguiente sábado jugó el partido y nunca se ha perdido uno por no saber atarse los cordones.

Este ejemplo nos demuestra que la manera más eficiente de aprender una habilidad es a través de la prueba y ajuste, y desde la comprensión que uno mismo va consiguiendo a través de la propia experiencia. También nos sirve para comprender que todas las habilidades humanas, incluida la de resolución de problemas (objetivo de las organizaciones), tienen un alto componente tácito del conocimiento.

Cuando hablamos de actividad creativa (en nuestro caso talento), estamos hablando de capacidad de integración tácita de conocimiento, ya que es la naturaleza del dicho conocimiento la que tiene la cualidad de asociación o integración de elementos que, hacen emerger una nueva entidad (idea, concepto, habilidad, etc.).

Así, quienes tienden a pensar que el conocimiento es meramente técnico, ejercerán una actitud de control y mando (YO te enseñaré a atarte los cordones) en sus relaciones y modos de gestión.

Sin embargo, quienes tienden a pensar que el conocimiento es más bien tácito, adoptarán una actitud más orientada hacia el autoaprendizaje y/o la autogestión (self-management).

Inteligencia

Cuando yo me enfoqué en el conocimiento técnico para transferir a mi hijo la habilidad de atarse los cordones, lo único que estaba logrando era bloquear su capacidad de integración tácita necesaria para aprenderla. Este mismo paradigma lo encontramos en organizaciones/equipos de fútbol donde todavía se ejerce el control y mando, inhibiendo y bloqueando el talento de sus trabajadores/jugadores. También lo habréis vivido los que hayáis asistido a un partido de fútbol de niños, dónde tanto los entrenadores como todos los padres desde la grada lanzan indicaciones a los niños sobre lo que deben hacer o dejar de hacer. No hace falta que diga en qué paradigma se mueven y cuál es el resultado que consiguen.

Mundial

Entonces, y volviendo al caso que nos ocupa en este post sobre el Mundial y Autogestión. Si entendemos el conocimiento tácito como fuente de la creatividad, y a su vez esta cómo el medio o tecnología más eficiente de que dispone el ser humano para ser más competente, ¿cómo debe entender el conocimiento un entrenador? Mi respuesta es clara. 

Por último, preguntaba al inicio del artículo si el talento se puedo comprar, ¿qué pensáis? Cuando un club ficha a un jugador, ¿se está asegurando comprar el talento de ese jugador?, o ¿cuándo un entrenador (H. Flick) tiene a jugadores más “talentosos” que el equipo rival (ej.: Japón) tiene asegurado que los jugadores sacarán todo su potencial creativo durante el partido?

Si queréis conocer mi opinión, seguir atentos al blog, y cómo los principios naturales y las prácticas maestras, además de las actitudes primarias, tienen que ver en la potencia creativa del hombre.

Por Carlos García Corral.
Facilitador de Self Management Organizacional.

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